La complejidad de la escritura.

Un conocimiento de la realidad y de los objetos en particular, lleva al ser humano a no conocer la totalidad de lo que es, con todo lo que implican las cosas; por lo que se debe aprender a pensar complejamente. “En la educación como proceso de reproducción social de la cultura no se puede aplicar una sola corriente para explicar el aprendizaje, porque se excluye todo el potencial humano” (Frade, L. 2012, p.27).
En una sociedad industrializada y globalizada como en la que se vive actualmente, tanto la lectura como la escritura son destrezas de supervivencia; en el sentido que permiten reaccionar ante una serie de demandas sociales encaminadas en todas direcciones.
La lectura es el principal medio para acceder al conocimiento y la escritura, por el contrario, es menos necesaria en este sentido, pero puede conducir a desempeñar papeles mucho más importantes; pues es canal de todo tipo de información, socialización del conocimiento y establecimiento de poder, saber e historia. 
La escritura es una parte importante de la comunicación, pues no solo es el medio sino la fuente del poder; por lo que perder la oportunidad de aprender a escribir es quedar excluido de una amplia gama de roles sociales.
La escritura necesita de algún tipo de aprendizaje, ya que es una destreza que no surge de forma autónoma a través del uso correcto de vocabulario, modo contrario a como sucede en el lenguaje oral. La escritura requiere de una didáctica específica, de hecho, tampoco podría afirmarse que surge de la escritura libre.
Aprender a escribir no es únicamente una cuestión de desarrollar una serie de estrategias mecánicas, también implica aprender una serie de nuevas relaciones cognitivas y sociales; por lo que adherirse a una sola teoría y método para su enseñanza y aprendizaje en el aula, sería no conocer la totalidad de lo que implican las cosas.
Para formar un texto significativo a partir de signos gráficos, el escritor debe controlar a la vez las ideas que quiere expresar, su intención al escribir el texto y la adecuación al posible lector: la forma sintáctica de las frases que utiliza, la selección léxica, la forma gráfica de las palabras, es decir, la ortografía y, finalmente, la realización de las letras que forman las palabras. (Camps, p. 42).
Es decir, escribir es una actividad compleja, que lleva al escritor a pensar en todas direcciones, “cuando escribimos realizamos múltiples actividades interrelacionadas que se orientan a la elaboración de un texto” (Camps, p. 41)
De esta manera, situar a la escritura desde el paradigma de la complejidad, invita a reflexionar en esta competencia como un todo formado por partes que a su vez juegan un papel funcional en un contexto determinante por su momento histórico.
Pensamiento, es resultado de la acción de pensar, según la Real Academia Español define este término como la acción de “formar o combinara ideas o juicios en la mente”; es decir, es una acción humana cognitiva en la que se involucran las ideas previas del individuo para generar un conocimiento.  
Por otro lado complejo proviene del latín complexus que se refiere a enlazar, “lo que esta tejido conjuntamente”; según la Real Academia Español es un “conjunto o unión de dos o más cosas que constituyen una unidad” es decir existe una visión en la que el objeto de estudio se analiza como un todo formado por elementos que a su vez forman parte de un tanto de cosas más.
El paradigma del pensamiento complejo es una idea, perspectiva o forma de entender el mundo anteponiéndose al paradigma de la simplicidad en el que las cosas se miran como una realidad acabada; sin embargo la complejidad asume que existe una relación dialéctica entre las cosas.
Edgar Morín considerado el padre del pensamiento complejo asume que en el momento histórico por el cual transita la humanidad el único pensamiento que vale es aquel que se nutre de incertidumbre, el único pensamiento que vive es aquel que se mantiene a la temperatura de su propia destrucción.
Generar un conocimiento como resultado de la acción de pensar en un mundo dinámico, replantea la manera de ver las cosas y a la realidad; pensar en un conocimiento único y terminado, posibilita la manera de interrelacionar las cosas con el todo, en este sentido, en el ámbito educativo se debe ver a los sujetos, al conocimiento y la acción misma de pensar desde la complejidad. 
Siguiendo a Morín (2010), el conocimiento complejo:
…intenta situar su objeto en el tejido al que está vinculado. A la inversa, el conocimiento simplificante trata de conocer aislado su objeto, es decir; ignorando lo que lo relaciona con su contexto y, más ampliamente, con un proceso o una organización de conjunto. El conocimiento complejo intenta reconocer lo que vincula el objeto con su contexto, el proceso o la organización en la que se inscribe (p. 146).
En este sentido, seguir una sola línea de investigación respecto a la escritura, es dejar de lado el paradigma de la complejidad, que propicia situar al objeto de estudio con su contexto y en un sentido multidisciplinar.
Camps, Milian, Bigas, Camps, M., Cabré (2004) señalan que “la polivalencia de cada uno de los signos gráficos en un mismo plano de análisis y la posibilidad de ser analizados desde planos distintos, son elementos que contribuyen a la complejidad de las adquisición de la escritura” (p.19).
Por consiguiente, la visión que toma este trabajo, es conceptualizar a la escritura desde sus diferentes vertientes de conocimiento, situándola a su vez en un contexto histórico en el que la incertidumbre y el empleo de las TIC son variables alteran la forma en la que se enseñaba y aprendía en momentos anteriores.
Al respecto Cassany (1993) señala que los ordenadores y sus programas están alterando poco a apoco el panorama de la escritura. Los programas de tratamiento y edición del texto, de redacción asistida o de corrección están modificando el proceso cognitivo de composición de los autores (p.62).
…estas prestaciones afectan básicamente a la superficie del texto: ortografía, presentación, tipografía, características de la frase, etc. Son los aspectos más mecánicos y objetivos, los que se pueden automatizar con facilidad. En cambio el contenido y su organización profunda (coherencia), así como puntos más formales, como la cohesión o la adecuación, son mucho más difíciles –y quizás imposibles- de procesar automáticamente (Cassany, 1993, p. 62)  

La enseñanza de la escritura en la Educación Básica comprende optar por metodologías sistemáticas y que atiendan a la escritura desde la complejidad; así no solo se aprende a hacer visibles los pensamientos de los educandos o a construir en ellos la estructura textual de diversos géneros y emplear una adecuada ortografía, sino que,  se integra, el escribir, a un contexto comunicativo. (Apéndice 2).

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